La aparición de las familias
separadas dentro del clan perturbó de manera inevitable la unidad establecida.
La familia aislada conduce, inevitablemente, a la propiedad privada y a la
acumulación de riqueza personal.
Piotr Kropotkin “El apoyo
mutuo”. Editorial ZERO, S.A., Bilbao, 2ª edición 1978, pág.134
Como no tenemos dioses debemos
inventar poderosas abstracciones, de estas ninguna tiene la capacidad
destructora de la familia. El poder de la familia reside en su función social
mediadora. En toda sociedad explotadora, la familia refuerza el poder real de
la clase dominante, proporcionando un esquema paradigmático fácilmente
controlable para todas las instituciones sociales. Así es como encontramos
repetida la forma de la familia en las estructuras sociales de la fábrica, el
sindicato, la escuela (primaria y secundaria), la universidad, las grandes
empresas, la iglesia, los partidos políticos y el aparato del Estado, las
fuerzas armadas, los hospitales generales y psiquiátricos, etc. Hay siempre “madres”
y “padres” buenos o malos, amados u odiados, “hermanos” y “hermanas” mayores,
“abuelos” fallecidos o que dominan en la sombra.
David Cooper, “La muerte de la
familia”. Editorial Ariel, Barcelona, 1976, pág.6
La familia nuclear burguesa sólo
es una expresión contemporánea de la familia. La familia original es la familia
apropiadora -muy anterior a la familia burguesa- en la que las mujeres se
convierten en propiedad de los hombres, los hijos en propiedad de las mujeres y
de los hombres, y todos en propiedad de los amos de esclavos, de los barones
feudales y clérigos, y luego de los complejos capitalistas
militares-industriales. Estos últimos remanentes apropiadores de la propiedad
también son propiedades poseídas pero no saben, más que el resto de nosotros,
quién las posee. Son propiedades de las hojas muertas de un ilusorio libro de
historia que ha perdido la belleza de las hojas muertas del árbol, son
propiedad de abstracciones que nosotros hemos inventado tanto como ellos en
nuestra complicidad con ellos. El niño congénitamente anómalo debe ser salvado.
La abstracción congénitamente anómala debe morir porque nunca vive, excepto a
través de las infinitas muertes de la gente que ciegamente vive por ella. La
gente tendrá que poner muchas bombas estratégicas. La única bomba que nunca ha
sido adecuadamente colocada se encuentra bajo el mediador primario de violencia
contra el cual debemos ejercer nuestra contraviolencia: la familia propiedad y
todas las falsas imágenes que serían formas de adorarla.
David Cooper, “La gramática de la
vida”. Editorial Ariel, Barcelona, 1978, pág.28
Ese hecho no representará la
desaparición de la familia basada en el amor puro y las afinidades libres, que
es la única que es responsable. Representará la disgregación definitiva de la
familia que en tiempos de luchas violentas para la posesión de las riquezas,
fue establecida por la fuerza de la violencia y el interés.
Cada uno de los hombres y de las
mujeres debe tener el derecho de gozar de su cuerpo como mejor le plazca, sin
tener que rendirle cuentas a nadie. Es por eso que los anarquistas rechazan
tanto el casamiento legal como el religioso, y al margen de ambos preconizan la
unión libre.
-Sébastien Faure-
Sébastien Faure. “Enciclopedia
anarquista- Tomo I”. Ediciones Tierra y Libertad, México, 1972, pág.48
El Estado se apodera del ser
humano desde la cuna, lo matricula en sus registros, y lo encarcela en el seno
de la familia.
-Sébastien Faure-
Ibid. pág. 272
Siendo pues la Familia el nido
empollador del huevo primordial, que es la Persona o Individuo, y siendo ella,
por lo mismo, el fundamento del Estado o cualquier forma de dominio, que sólo
con esos huevos, bien contados, puede luego preparar sus Masas o Tortillas de
Individuos (en ejércitos, en suburbios dormitorios de trabajadores, en redes de
televidentes, en filas de votantes ante las urnas democráticas), es de buena
razón, por tanto, que se diga y se recuerde que la ley de prohibición del
incesto es la primera de las leyes, el momento de arranque de la Historia y el
fundamento de la Civilización, que algunos, hace años, dudaban si se debía o no
llamar también Cultura.
Agustín García Calvo, “Contra la
pareja”. Editorial Lucina, Zamora, 2ª edición 1995, pág.18
No puede uno defender la
institución de la Familia y la integridad de su familia propia si no es en
cuanto ha incorporado en sí mismo la ley de prohibición del incesto hasta
el punto de estar dispuesto a declararla una ley natural, de manera que ni
madre ni hijas, y preferiblemente ni hermanas ni nietas (en la medida, más
escasa y pasajera, en que esas relaciones se hayan mantenido algún tiempo
dentro de trato íntimo y familiar) provoquen en uno inoportunos y molestos
enamoramientos y pruritos vanos de saltar la ley, dejando de lado el hecho de que,
en los más de los casos, la Familia misma se encarga de producir individuos lo
bastante feos, esto es, malencarados y agriados desde pronto en el trato
mutuo bajo la inhumana presión de la ley misma, como para facilitar la falta de
tales tentaciones de enamoramiento.
Ibid. pág.26
Por uno y otro lado, pues, hay
razón para reconocer la identidad entre la institución pública principal, que
llamamos Estado por referencia a su forma más perfecta, y la institución
privada por excelencia, la Familia, y para decir por consiguiente “Familia es
Estado”.
Agustín García Calvo, “Familia:
la idea y los sentimientos”. Editorial Lucina, Zamora, 2ª edición 1992,
pág.17
Pero además, no hay que olvidar que la producción fundamental es la de los medios de producción, y siendo éstos los individuos prestos a vender su vida como fuerza de trabajo, es evidente que es la Familia la célula productora de tales entes, mercancía de las mercancías. Así como en los tiempos de la Religión se proclamaba, con la metáfora pertinente, que el Matrimonio estaba destinado ha hacer hijos para el Cielo, así en el actual desarrollo de lo mismo sigue el Matrimonio teniendo por función esencial hacer hijos para el Estado y el Capital, esto es, para el mundo de las Ideas.
Y el carácter del Matrimonio como
negocio (“poner una casa”, “sostener una familia”, “una familia próspera”) se
declara en eso de la manera más descarada, no sin que tal carácter de empresa o
de negocio asome en otros datos, empezando por el vínculo contractual de los
cónyuges o socios fundadores de la empresa.
Sin embargo, es en la otra cara
de la moneda, en la esfera del consumo, donde el modelo contemporáneo de
familia demuestra ser la culminación y declaración más franca de la Familia
como unidad económica fundamental. No hay más que notar, para verlo, cómo el
Capital, a través de su propaganda, centra en el núcleo familiar su vocación y
sus intereses.
Ibid. pág.32
El Estado tiene, en efecto, un
gran interés por que las relaciones sexuales tengan como corolario el establecimiento
de la familia, porque ésta es la imagen reducida de la sociedad autoritaria.
Autorizados por leyes al respecto, los padres imponen a los seres que han
echado al mundo -sin consultarles- un contrato cuyos términos les está
prohibido discutir y que contiene en germen todo el contrato social: es en
familia que el niño aprende a obedecer sin discutir, sin criticar, que se pone
en la necesidad de contentarse con respuestas evasivas o sin respuesta alguna
cuando pide una explicación cualquiera; es en familia que se inculca al niño el
interés de ser un colegial aplicado, buen soldado, trabajador, buen ciudadano.
Cuando ese niño deja la familia para fundar una nueva, posee ya todas las
cualidades que se requieren para ser dominado o dominar, ser explotado o
explotar. Es decir, ser un buen sostén del Estado.
Emile Armand, “Individualismo
anarquista y camaradería amorosa”. Edita el Ateneu Enciclopèdic Popular y
otros, Barcelona, 2000, pág.62
Los políticos de todas las
tendencias están de acuerdo en aceptar a la familia como el núcleo de la vida
social. Por lo tanto, así como sea la familia, será el Estado. Rusia, tras un
periodo de aprensión hacia la familia, interpretado en el extranjero como un
intento de desintegrarla, en la actualidad lleva a cabo una campaña
propagandística para fortalecer dicho núcleo. Ningún estadista que se precie
dará cabida a la idea de la abolición de la familia, pues ésta es la
columna vertebral del país, el mejor sostén de la nación, por no decir el
único. Dado que en la actualidad nuestra civilización es patriarcal, todo el
poder se basa en la familia, y, como es lógico, en el cabeza de ella. El hombre
es el rey en su casa, en la Cámara de los Comunes y en la dirección del país.
Alexander Sutherland Neill,
“Padres problema y los problemas de los padres”. Editores Mexicanos Unidos,
México, 3ª edición 1978, pág.225
La familia es el principal
soporte de la religión. En compensación, tiene su acomodo en la iglesia, pues
en ella se reúne para el bautizo, el casamiento y para enterrar a los muertos.
Asimismo, las personas decentes acuden a la iglesia o a la capilla a exhibir
sus vestidos domingueros.
Ibid. pág.231
La civilización está enferma y
acongojada, y mi convicción es que la raíz del mal se halla en la familia. Los
niños son acogotados desde la cuna con toda la virulencia propia del odio
derivado de los prejuicios. Se les acondiciona a rechazar todo lo que significa
vida, mediante un sinfín de prohibiciones, “no hagas ruido, no te masturbes, no
mientas, no robes”.Como si no bastara con ello, se les enseña a aceptar
lo que es negativo de la vida, “respeta al maestro, las tradiciones, la
religión, obedece a los padres”.
Ibid. pág.235
Por eso cada gobierno enfatiza la
importancia del hogar. El hogar es un gobierno en miniatura. Tiene su regente,
su disciplina, su obediencia, sus leyes respecto a la libertad de los miembros
del hogar (los jóvenes). El hogar tiende hacia el honor y la estimación, la
consistencia y la pureza sexual, y aún los hogares más felices tienen algo de
atmósfera de prisión. Como la escuela, tiende a producir ciudadanos sumisos.
El hogar es peligroso porque
acumula sentimientos que deberían fluir, salir más allá de las bardas que
circundan el jardín. Es peligroso porque la estatura y el poder de los padres
cohíben a los niños amantes de la libertad. Es peligroso también debido a sus
tabús sexuales y a su moralidad. El sexo tiene que buscarse un desahogo, y en
el hogar se apega inconscientemente a los propios familiares, cosa que produce
males como el “Complejo de Edipo”, un exceso de sensaciones cariñosas o de odio
hacia los padres, y hacia los hermanos y hermanas.
Alexander Sutherland Neill,
“Maestros problema”. Editores Mexicanos Unidos, S.A., México, 1975, pág.26
¿Cómo? ¿Acaso estoy en el mundo
para realizar ideas? ¿Por ejemplo para realizar la idea de Estado mediante mi
condición de burgués, o para ayudar mediante el matrimonio, como esposo y
padre, a la existencia de la idea de la familia? ¡Qué me importa a mí esa
vocación! Vivo tan poco según una vocación como la flor crece y huele según una
vocación.
Max Stirner, "El único y su
propiedad". Valdemar (Enokia S.L.), Madrid, 2004, pág.443
Una de las rémoras más poderosas
del progreso ha sido y es todavía la familia. Su manera de ser, su constitución,
corresponde perfectamente al modo de ser de la sociedad. El régimen
autoritario, despótico, depresivo, antinatural de la sociedad, refléjase en la
familia y en el individuo con tan perfecto modo, que lo mismo podría analizarse
y definirse aquélla estudiándola en conjunto, como en detalle, por el individuo
y la familia. Que el sistema social presente no satisface las necesidades o
exigencias de la época, pruébanlo las continuadas quejas de la multitud y
manifestaciones de su desagrado, traducidas a menudo por revueltas, motines y
revoluciones, y, sobre todo, por ese profundo malestar que se nota en todas
partes. De la misma manera, la familia, hechura del régimen de la propiedad
individual, de la tiranía gubernamental, de la opresión arriba y envilecimiento
abajo, tampoco puede satisfacer ya, las necesidades morales y materiales de sus
individuos, que aspiran todos a la reintegración de su ser, a su más amplia
libertad.
-El Productor, Barcelona, VI,
núm.312, 1892-
Francisco Madrid y Claudio Venza,
“Antología documental del anarquismo español, Vol.1”. Fundación de Estudios
Libertarios Anselmo Lorenzo, Madrid, 2001, pág.414
la unión monógama y la familia
“indestructible” son la base y el sostén de la Religión, del Estado y de la
Propiedad Privada.
-María Lacerda de Moura-
Osvaldo Baigorria (compilador),
“El amor libre, eros y anarquía”. Libros de Anarres, Buenos Aires, 2006, pág.55
repitamos ese grito de anatema y
de exterminio de la religión y la familia, del capital y del gobierno, ese
grito de odio y de amor, de odio al privilegio, de amor a la igualdad, ese
grito vengador, en fin, ese grito de nuestra fe: La revolución es la revolución
y la libertad.
Joseph Déjacque, "El Humanisferio".
Editorial La Protesta, Buenos Aires, 1927 (1ª edición New York, 1858-59), pág.7
(Digitalización: KCL -Kolectivo Conciencia Libertaria-).
La Familia, es el mal, es el
robo, es el asesinato.
Ibid. pág.15
La familia, construida en
pirámide, con el jefe a la cabeza, hijos, mujer y servidores en la base, se
cimentó y bendijo, y se dedicó a la perpetuación del mal.
Ibid. pág.17
Como la religión, así la familia, la
propiedad y el gobierno han tenido su causa, y reside igualmente en la ignorancia
del hombre.
Ibid. pág.19
Allí, en esa sociedad anárquica,
la familia y la propiedad legales son instituciones muertas, jeroglíficos de
los que se ha perdido el sentido, una e indivisible es la familia, una e
indivisible es la propiedad.
Ibid. pág.39
Un hombre que admite la patria, un hombre que lucha por la familia es un hombre que traiciona. Lo que él traiciona es lo que es para nosotros la razón de vivir y de luchar.
La patria se interpone entre el hombre y las riquezas del suelo. Exige que los productos del sudor humano se transformen en reglas. Hace de un ser humano un traidor a su semejanza.
La familia es el fundamento de la presión social. La ausencia de todo compañerismo entre el hijo y el padre ha servido de modelo a todas las relaciones sociales basadas en la autoridad y en el desprecio de los patronos hacia sus semejantes.
Padre, patria, patrón, tal es la trilogía que sirve de base a la vieja sociedad patriarcal y, en la actualidad, a la camada fascista.
Antonin Artaud, "Mensajes revolucionarios". Editorial Fundamentos, 3ª edición, 2002, Madrid, pág. 12
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